He marcado en un tono diferente lo mas importante atendiendo un poco la sugerencia de no hacer tan largos lo artículos.
En días pasados, mi pastor (hno. Miguel Méndez) nos dió una predicación de esas que podemos considerar duras. El hablaba acerca del pecado en el creyente y de las terribles consecuencias delante de Dios que éste acarrea.
En la Iglesia a la que voy (LLuvias de Gracia) los hermanos acostumbramos a vitorear todo el culto, a gritar ¡Gloria a Dios!, ¡Aleluya!, ¡Gracias Cristo!, etc, etc, etc, pero ese día.... como que toda la congregación permaneció en silencio, parecía como si el pastor se hubiera quitado el cinto y nos hubiera cintareado uno por uno o bien, como dicen algunos, ya no sentíamos lo duro sino lo tupido ó como dicen otros: "faltó que hubiera avisado pa´traer el casco".
El caso es que la predicación fué fuerte y la iglesia lo resintió.
Ya al terminar yo venía por todo el camino meditando en la predicación y me acordé de un canto de esos viejitos (qué le voy a hacer, me gustan los cantos viejitos!!!) que dice:
Oh que dura es esta Palabra
que al escucharla siento yo
siento que nó podré llevarla
pero confío ¡Tu eres mi ayudador!
¡Quien la podrá llevar Señor!
¡quien la podrá cumplir Señor!
si es dura para mí tu Palabra fiel
si tu me das la fe Señor
si tu me das la fé también
sé que podré vencer porque solo tu eres mi ayudador!!!
Y bueno, el Señor comenzó a hacernos entender el porqué se hace necesario hablarnos a veces de esa manera.
La Iglesia del Señor Jesucristo está compuesta por todos los seres humanos -vivos y muertos- que han aceptado al Señor Jesucristo como único y suficiente Salvador. No importa la nacionalidad, ni la condición social ni absolutamente nada que nos haga diferentes delante de Dios, para él, todos los miembros de su Iglesia son igual de valiosos. Sin embargo, a cada miembro de la Iglesia (ó del cuerpo de Cristo como se le llama también), Dios le encomendó una labor especial que lo distingue de sus demás hermanos en la fé, aunque todas estas labores a las que hemos sido llamados tienen como única finalidad el cumplimiento de los buenos propósitos de Dios para la raza humana.
Bueno, el caso es que para desempeñar la labor que Dios nos pide a cada uno de nosotros nos capacitó dotandonos de lo que llamamos dones (ó regalos) espirituales. Tenía que ser así porque la Iglesia del Señor Jesus tiene como principal enemigo de los propósitos de Dios a seres espirituales de maldad, por lo tanto, como dice el texto, la lucha no es contra sangre ni carne, es decir, contra seres humanos sino contra espiritus. (Esto dá para un tema completo pero aquí le dejo por ahora).
También los dones espirituales son para edificación de la Iglesia.
Entre los dones que fueron repartidos están el de maestro, evangelista, pastor, profeta, etc. y hoy quiero abocarme un poco al de pastor.
Los pastores son puestos por Dios directamente como autoridad sobre determinado grupo de creyentes. Todo creyente, no importa cual don tenga o desempeñe, debe estar bajo la autoridad de un pastor aún los evagelistas que acostumbran viajar.
Los pastores reciben de Dios revelación específica que les permite darse cuenta de las necesidades espirituales de los miembros de la Iglesia que Dios ha puesto bajo su autoridad y reciben también la porción de la Palabra que permitirá suplir las necesidades o deficiencias que observe en los hermanos de la congregación.
El pastor tiene un temor especial de parte de Dios en su corazón ya que sabe rendirá cuentas a Dios por la situación espiritual de cada miembro de la Iglesia que pastoreó. Y Dios es muy estricto en esos casos, basta leer Jeremías 23: 1-2:
"¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de mi rebaño! dice Jehová.
Por tanto, así ha dicho Jehová Dios de Israel a los pastores que apacientan mi pueblo: Vosotros dispersasteis mis ovejas, y las espantasteis, y no las habeis cuidado. He aquí que yo castigo la maldad de vuestras obras, dice Jehová."
Por lo tanto, los verdaderos pastores puestos por Dios en los diferentes templos de la localidad, no debieran solapar NADA en la vida de sus ovejas que traiga como consecuencia la perdida de comunión de ellas con Dios. Los verdaderos pastores no se quedan callados frente al pecado del pueblo, aunque les cueste afrentas, calumnias, desprecios y hasta menos diezmos. Incluso, sé de pastores que por amor de las ovejas lo han perdido prácticamente todo solo por nó consentir ningún tipo de pecado -aunque fuera pequeño- en las vidas de los creyentes.
El verdadero pastor no tiene miedo perderlo todo, ya que sabe que su vida está depositada al servicio de Dios y es Dios quien suplirá todas sus necesidades. La paga de su trabajo por las ovejas no la espera de las ovejas, sino de Dios.
Quien no lo crea así, no tiene el don de pastor.
Por lo tanto, cada que yo siento que el pastor me está hablando fuerte, comprendo que no es por la mera voluntad del pastor que me hable de esa manera, sino que Dios le mostró la deficiencia en mi vida y estoy siendo ministrado por Su Palabra.
Todo el que ministra, debe hacerlo con la Palabra de Dios, nunca con sus propias palabras, porque entonces no habla Dios, sino su propia concupiscencia.
Pero los que estamos seguros de tener un pastor puesto por Dios como autoridad sobre nosotros, ya no nos entristecemos al ser confrontados con la Palabra, SINO QUE LE AGRADECEMOS A DIOS su misericordia por nosotros al alumbrar nuestro camino y no dejar que nos perdamos.
"Lámpara es a mis pies tu Palabra y lumbrera a mi camino". Salmo 119:105
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2 comentarios:
Voz de Dios y no de hombre!. Pienso que como pueblo eso deberia estar en nuestras oraciones vdd, para que sea el Espiritu Santo de Dios quien hable atravez de sus siervos y no sean emociones ni sentimientos de las personas.
Ademas cuando es asi tu lo pudes sentir como de confronta la palabra de Dios y te escudriña, es algo muy hermoso, y aceptarla con gozo aunque sea dura. Dios siempre te anima a seguir adelante.
Tambien le doy gracias a Dios por la vida de mis pastores y deseo que les sigua bendiciendo y revelando de su palabra y voluntad, y sus lamparas siempre esten llenas y obedezcan a la voz de Dios y nosotros como congregación sujetarnos y orar por ellos. Amen =D
claro que sí Cecy. Cuando sea Dios el que nos hable, no debemos huír como lo intentó Jonás ya que de su presencia no podemos escondernos. Lamentablemente no entendemos que es un privilegio ser tomado en cuenta por Dios.
saludos.
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