"Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la
incircuncisió n de vuestra carne, os dio vida juntamente con
él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los
decretos que había contra nosotros, que nos era contraria,
quitándola de en medio y clavándola en la cruz" (Colosenses
2:13, 14).
Es un dicho popular pero, verdadero: la muerte y los
impuestos son las dos cosas ciertas que tendremos de
enfrentar. Pero existe una diferencia: sabemos cual el día
exacto de los impuestos y no sabemos cual el día de nuestra
muerte. Podemos guardar el dinero para pagar los impuestos,
pero, ¿que provisión podemos hacer para el día de la muerte?
Si nosotros morimos antes de pagar nuestros impuestos, ellos
no serán perdonados. Lo gobierno los cobrará de nuestra
propiedad. Si nosotros morimos como pecadores no
arrepentidos, nuestros pecados no serán perdonados después
de la muerte. Hemos que pagar por ellos de allí por delante.
Pero existe otra diferencia: Dios nos dio una manera de
escapar de las penalidades. Él ya pagó el precio por
nuestros pecados - suyos y míos. Todo cuanto Él pide es que
usted acepte lo que Él hizo por usted en un espíritu
verdadero de arrepentimiento y fe.
Como es maravilloso saber que, aunque seamos pecadores y
infieles delante de nuestro Dios, Él nos ama y anhela que
experimentemos la verdadera dicha, tanto aquí en éste mundo
como en todo el eternidad.
Nuestros pecados nos alejan del Señor. Nuestra incredulidad
y rebeldía no son compatibles con su santidad. Deberíamos
pagar por nuestros errores. Deberíamos ponernos distantes de
las bendiciones celestiales. Nada merecemos de él y no
deberíamos contar con Su protección y atenciones. Pero, ¡Él
nos amó! Mismo sin merecer nosotros tuvimos el derecho de
tener comunión con Él y permanecer en Su presencia. Él envió
Su Hijo, único, Santo, perfecto, sin pecados. Vino y se
ofreció para pagar por todos nuestros pecados.Ele si
sacrificó en la cruz. Fue despreciado y humillado. Murió
porque nos amó. Murió para que tuviésemos vida. Murió para
que estuviésemos para siempre en el Cielo, despues nuestra
muerte.
¡Nuestra cuenta fue paga! No debemos más nada sino los
impostos. No extrato celestial não há deve. Estamos
impuestos. En el extracto celestial no hay débito. Estamos
libres. Estamos salvos. ¡Cómo somos felices!
incircuncisió n de vuestra carne, os dio vida juntamente con
él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los
decretos que había contra nosotros, que nos era contraria,
quitándola de en medio y clavándola en la cruz" (Colosenses
2:13, 14).
Es un dicho popular pero, verdadero: la muerte y los
impuestos son las dos cosas ciertas que tendremos de
enfrentar. Pero existe una diferencia: sabemos cual el día
exacto de los impuestos y no sabemos cual el día de nuestra
muerte. Podemos guardar el dinero para pagar los impuestos,
pero, ¿que provisión podemos hacer para el día de la muerte?
Si nosotros morimos antes de pagar nuestros impuestos, ellos
no serán perdonados. Lo gobierno los cobrará de nuestra
propiedad. Si nosotros morimos como pecadores no
arrepentidos, nuestros pecados no serán perdonados después
de la muerte. Hemos que pagar por ellos de allí por delante.
Pero existe otra diferencia: Dios nos dio una manera de
escapar de las penalidades. Él ya pagó el precio por
nuestros pecados - suyos y míos. Todo cuanto Él pide es que
usted acepte lo que Él hizo por usted en un espíritu
verdadero de arrepentimiento y fe.
Como es maravilloso saber que, aunque seamos pecadores y
infieles delante de nuestro Dios, Él nos ama y anhela que
experimentemos la verdadera dicha, tanto aquí en éste mundo
como en todo el eternidad.
Nuestros pecados nos alejan del Señor. Nuestra incredulidad
y rebeldía no son compatibles con su santidad. Deberíamos
pagar por nuestros errores. Deberíamos ponernos distantes de
las bendiciones celestiales. Nada merecemos de él y no
deberíamos contar con Su protección y atenciones. Pero, ¡Él
nos amó! Mismo sin merecer nosotros tuvimos el derecho de
tener comunión con Él y permanecer en Su presencia. Él envió
Su Hijo, único, Santo, perfecto, sin pecados. Vino y se
ofreció para pagar por todos nuestros pecados.Ele si
sacrificó en la cruz. Fue despreciado y humillado. Murió
porque nos amó. Murió para que tuviésemos vida. Murió para
que estuviésemos para siempre en el Cielo, despues nuestra
muerte.
¡Nuestra cuenta fue paga! No debemos más nada sino los
impostos. No extrato celestial não há deve. Estamos
impuestos. En el extracto celestial no hay débito. Estamos
libres. Estamos salvos. ¡Cómo somos felices!
Colaboración: Free Spirit. Yahoo.